La torre del Abad (Llançà)
En Llançà hay un lugar en el cual uno puede llegar a sentir los espíritus de los antepasados: La Plaza Mayor.
El edificio más viejo en la ” Plaza ” es la ” Torre del Abad “. Construida en el siglo XIV, la Torre todavía domina el centro de la población. En épocas anteriores no había estado allí, tiesa, separada y sola, sinó que había sido la torre del campanario de la iglesia románica de St Vicenç de Llançà. En la torre, sobre la puerta de entrada, todavía se pueden apreciar restos de la antigua iglesia. La torre fue un campanario, y además, una torre de vigilancia que advertía a los habitantes de la población de los enemigos, que podían llegar tanto por mar como por tierra.
Durante el siglo XVIII, la iglesia de St. Vicenç fue trasladada. Las piedras originales fueron aprovechadas para construir la nueva iglesia (con el mismo nombre de St. Vicenç) ubicada en la misma Plaza Mayor, y de estilo gótico con una fachada entre renacentista y barroca.
La iglesia nueva fue construida sobre los cimientos de los jardines de la abadía, en la cual residían los vasallos de los abades de St. Pere de Rodes. Uno de los pequeños caminos que hay alrededor de la iglesia todavia mantiene el nombre de “Carrer del Castell ” (calle del castillo).
La decisión de construir encima de los cimientos explica la situación inusualmente alta de la iglesia en la actualidad. Eran necesarias numerosas escaleras para acceder a la iglesia. De la misma forma, el cementerio también fue trasladado de la vieja iglesia al alrededor de la nueva. Más tarde sería trasladado de nuevo cerca del puerto de Llançà. Por los alrededores de la iglesia, y por el mismo pueblo de Llançà, uno puede descubrir, hoy en día, signos de la época medieval, como por ejemplo, un antiguo portal de entrada a la ciudad.
La iglesia nueva permaneció casi un siglo sin la torre del campanario debido a la escasez de dinero, de manera que los habitantes tuvieron que hacer sonar las campanas de la vieja torre para tocar a misa. Éste hecho fue decisivo para ‘salvar la vida’ de nuestra torre, de modo que este es un ejemplo de que, a veces, la escasez económica, puede traer futuras alegrías, ya que sinó, ahora tendríamos una Plaza Mayor sin torre.
La torre del abad no sólo tiene encanto por su car exterior, sino que vale la pena subirse por su interior. Desde la cima de la torre, hay una vista de todo el pueblo, de los alrededores y del puerto. En su interior hay una exposición de postales y fotos antiguas, mostrando el Llançá de antes del boom turístico, con su puerto natural y unas pocas casitas. Un Llançà de caminos polvorientos, pero con campos y jardines arreglados. Barcos de pesca amarrados en la playa y colinas sin casas y cubiertas de viña. Así fue Llançà una vez, no hace mucho..