La vida y obra de Antoni Gaudí están estrechamente ligadas a la ciudad de Barcelona, a la que debe muchas de sus joyas arquitectónicas de estilo modernista a este ilustre arquitecto.
Antoni Gaudí, el arquitecto Sagrado
Fue el creador de varios edificios de estilo modernista como la Casa Vicens, la Casa Calvet, la Casa Batlló, la Casa Milà, la escuela del monasterio de las teresianas, el Parque Güell, la capilla de la Colonia Güell y, sin duda, la majestuosa e inacabada basílica de la Sagrada Familia.
El incomparable estilo de Gaudí se manifiesta especialmente en esta gigantesca obra sagrada, que lo mantuvo ocupado desde la juventud hasta su muerte, con algunas interrupciones. Este enorme monumento aún espera, hoy en día, su finalización. Sólo la parte este con las correspondientes cuatro torres de 100 metros de altura se completaron en vida de el ilustre arquitecto, y nos da una idea de la grandeza del proyecto..
En 1883, Gaudí recibió el encargo de construir esta basílica, de la cual ya existía un diseño neogótico del arquitecto Francesc de Paula del Villar. Una inesperada y generosa donación permitió a Gaudí rechazar el plan original de Villar y diseñar una obra monumental con 12 torres, cinco naves largas y tres fachadas.
Antoni Gaudí y Cornet
1852 (Reus, Tarragona) – 1926 (Barcelona)
Gaudí era un artesano muy práctico. Plasmaba su creatividad haciendo cambios constantemente en beneficio del conjunto, dejándose llevar también por su inspiración e ideas repentinas. Daba mucha importancia a la armonía entre los elementos de construcción, las formas y los materiales para una síntesis viva, para una obra de arte total única.
Gaudí era un hombre de mucho talento, una imaginación inagotable y con una predisposición que se podría decir obsesiva para abrazar nuevos estilos. A menudo buscaba de manera empírica los límites constructivos que le permitieran plasmar su imaginario en estructuras de una solidez fuera de toda duda.
Trabajando en cooperación con los obreros locales, exploró las posibilidades técnicas de la bóveda catalana e innovó en muchas de sus construcciones, que parecen poner a prueba los límites de la estática.
Detrás de todo lo que Antoni Gaudí creó, encontramos su profunda visión metafísica y religiosa.
Gaudí entendía que así como la naturaleza representa la interacción de una unidad divina universal, la arquitectura (entendiéndola como la más alta de las artes) también debe ser un reflejo y un símbolo de esta unidad divina.
Incluso la música debería ir en síntesis con la arquitectura. Los altares de la catedral fueron pensados para albergar grandes corales. Las torres acogerían enormes tubos de campanas hechos a medida, y su repique, junto con los cantos de decenas de miles de creyentes, transformarían la ciudad entera en espacio de alegría sacra. Solo un genio como Gaudí, con una fe religiosa fuera de duda, podía coordinar todo esto, tanto mental como prácticamente, en total armonía.
La Sagrada Familia
El crucero de la parte este, con sus cuatro torres con forma de mazorcas de maíz de 100 metros de altura, y la fachada principal se completaron en vida de Gaudí. La fachada está decorada con motivos religiosos, ornamentos de la naturaleza, pináculos de estalactitas y figuras naturalísticas, de manera un poco excesiva. Las torres están coronadas por mosaicos de colores, que, de la misma manera que con las cúspides de las pirámides, están en contacto directo con la región celestial.
Aunque con esta obra se respetan las formas básicas de la arquitectura gótica, se le da al mismo tiempo un nuevo aspecto con un estilo innovador.
Como arquitecto, artesano, ingeniero estructural y diseñador, Gaudí vivió y trabajó de manera muy modesta para dedicarse a este proyecto durante toda su vida. Día tras día, sus conciudadanos podían verlo en su camino hacia el trabajo. En sus últimos años de vida, Gaudí se había convertido en un hombre de avanzada edad y con barba blanca que no dudaba en pedir limosna para su basílica. A partir de 1910, rechazó todo tipo de trabajos para dedicarse exclusivamente a la Sagrada Familia. AL igual que los constructores de la Edad Media, permitió que la catedral se elevara hacia el cielo desde una profunda espiritualidad religiosa y sin ayuda externa.
Sin embargo, los trabajos se interrumpieron abruptamente cuando Gaudí fue atropellado mortalmente por un tranvía el 10 de junio de 1926 mientras paseaba por los alrededores del edificio.
Posteriormente, se iniciaron algunas alianzas internacionales para intentar completar la obra según la idea original de Gaudí. No fue una tarea fácil, considerando que la obra de Gaudí estaba llena de improvisaciones, sorpresas y misterios. Buscaba soluciones intuitivas y encontraba una expresión poética para cada elemento de construcción. Para empeorar las cosas, muchos de los dibujos, planos y modelos dejados por Gaudí fueron destruidos durante la Guerra Civil Española.
En 1952, una vez finalizada la guerra, el país redescubrió a Gaudí y su obra, un renacimiento gaudiano que aún continúa en la actualidad. Todos los edificios de Gaudí fueron declarados Patrimonio de la Humanidad, y se construyó el Museo Gaudí en Barcelona. Desde entonces, se ha trabajado sin descanso en las obras de la Sagrada Familia.
En sus obras no religiosas, Gaudí se muestra más claramente como un maestro del Modernismo, cuya intención fue liberarse de las cadenas históricas del pasado y crear un estilo innovador y contemporáneo para el cambio de siglo.
La Casa Batlló
En pleno centro de Barcelona, en el Passeig de Gràcia, se puede admirar la Casa Batlló. Gaudí reformó un edificio ya existente aplicándole una transformación total. No hay nada en este edificio que siga una línea recta. En lugar de ángulos rectos y esquinas, la casa parece moldeada en un movimiento ondulado, fluido y dinámico.
Integrado en el flujo de la fachada, encontramos un colorido mosaico de trozos de cerámica esmaltada y vidrios de colores (el famoso trencadís), creado magistralmente e imaginativamente por su colaborador Josep M. Jujol. Las tejas iridiscentes del tejado, el trencadís y el balcón ondulado otorgan a la casa una expresión alegre, excepto por las formas de máscaras de teatro de los balcones, hechas de hierro fundido y pintadas de carbonato de plomo para evitar su oxidación.
El Parc Güell